Tema 5: Austrias Mayores



EBAU : LOS AUSTRIAS MAYORES: POLÍTICA EXTERIOR
INTRODUCCIÓN
Con la llegada de una nueva dinastía (casa de Austria o Habsburgo), un solo rey ocupó por primera vez el trono de Castilla, Aragón y Navarra. Sin embargo, sus reinos no se limitaban a la península, sino que se extendían por Europa, América, África y Asia, lo que originó continuos conflictos y guerras con Francia, Inglaterra, los príncipes alemanes y el Imperio turco. A raíz de estos conflictos se resintieron las finanzas de la monarquía, que se apoyaban en las contribuciones de Castilla y en los metales preciosos de las Indias.
DESARROLLO
CARLOS I 
El rey Carlos I había recibido una gigantesca herencia en forma de títulos y territorios, que es el fruto de la política matrimonial diseñada por sus abuelos, los Reyes Católicos. Su sueño era formar un único estado cristiano europeo para luchar contra los enemigos del catolicismo (Universitas Cristiana), idea que chocaba con la realidad política de su tiempo y con los intereses de otros monarcas. Los dos principales problemas de la Europa Católica eran el Imperio Turco y la aparición del protestantismo. A ambos enemigos se unió su rivalidad con el rey francés Francisco I.
Guerras contra Francia.
Francia era la otra gran potencia europea y su rey, Francisco I, había rivalizado con Carlos por la corona imperial alemana. Al no conseguirla y quedar rodeado por las posesiones de los Austrias, Francisco I pretendió hacerse con el dominio en Italia. La lucha por la hegemonía en Europa condujo a cuatro guerras con Francia en Italia. Las consecuencias de las guerras con Francia fueron las siguientes: ruina financiera, ocasionada por los gastos para las campañas militares contra Francia; y un aumento del prestigio militar al lograr los ejércitos de los Habsburgo célebres victorias como el triunfo de Pavía (1525) o el Sacco di Roma (Saqueo de Roma, 1527). Además, Carlos V se apoderó del ducado de Milán, y tras el Tratado de Cateau-Cambrésis (1559), la hegemonía de los Habsburgo en Italia fue indiscutible.
La lucha contra los turcos
El Imperio otomano vivía bajo el sultán Solimán el Magnífico su momento de máximo esplendor y amenazaba las posesiones de Carlos V en dos frentes: en Europa oriental, los turcos ocuparon Belgrado y conquistaron Hungría, llegando a sitiar Viena en 1529; y en el Mediterráneo, el Imperio otomano se apoderó de la isla de Rodas. Además, se alió con el pirata Barbarroja que, desde Argel, atacaban y saqueaban las costas de las penínsulas ibérica e itálica y las islas mediterráneas.
La defensa del Mediterráneo constituyó una gran preocupación para el emperador. Contaba para ello con las plazas conquistadas por Fernando II de Aragón en el norte de África; sin embargo, carecía de una flota poderosa. Carlos V no solucionó esta deficiencia y se limitó a realizar en esta zona algunas acciones de éxito muy limitado, como la toma de Túnez (1535). Sin embargo, la expedición imperial a Argel fracasó y los turcos conquistaron Trípoli y Bugía.
La guerra en el Imperio Germánico El emperador tuvo que afrontar también la difusión del protestantismo por el norte de Europa, ya que Martín Lutero estaba extendiendo la Reforma con el apoyo de algunos principados alemanes. Carlos V, por su parte, condenaba públicamente las teorías de Lutero, pero no apoyaba al papado en sus deseos de ruptura total con los protestantes, pues se mostraba partidario de llegar a un compromiso entre luteranos y católicos. En 1530, Carlos I convocó la Dieta de Augsburgo para evitar la escisión religiosa mediante un concilio, aunque no se llegó a un acuerdo, sino que se publicó un decreto en el que se restablecía el Edicto de Worms, condenando el luteranismo.
La respuesta luterana fue la formación de la Liga de Esmalcalda, una coalición de gran influencia política y poder militar, que Carlos I derrotó en 1547 en Mühlberg (Alemania). Sin embargo, el emperador no logró la reconciliación religiosa ni impuso su autoridad política, aceptando su derrota. En 1555 firmó la Paz de Augsburgo, en la que se reconocía la vigencia de las dos religiones en el Imperio Germánico.
FELIPE II
Carlos I, consciente de los graves problemas que le había ocasionado la persecución de los protestantes en Alemania, decidió liberar a su hijo de este foco de conflictos cediendo a su hermano Fernando las posesiones de Austria y los derechos sobre la corona imperial alemana. Felipe II heredó todos los demás territorios y, tras la incorporación del imperio portugués, la monarquía hispánica alcanzó su máxima extensión, con dominios en todo el planeta. Además, había heredado de su padre dos objetivos fundamentales: la lucha por la hegemonía en Europa y la defensa del catolicismo, lo que trajo consigo diversos conflictos.
La ofensiva contra los turcos (1570-1571)
La prioridad de Felipe II durante los primeros años de su reinado fue la defensa del Mediterráneo occidental frente a los turcos y los piratas berberiscos. A diferencia de su padre, Felipe II llevó a cabo un plan de construcción de barcos en Italia y en Cataluña, y buscó aliados que le permitieran obtener victorias. De este modo en 1570 Felipe II, el papado y Venecia forman la Liga Santa que disponía de una impresionante flota al mando de Juan de Austria con la que lograron la célebre victoria naval en Lepanto (1571). Sin embargo, esto no supuso la derrota definitiva de los turcos ni el fin de la piratería musulmana en el Mediterráneo.
La rebelión de los Países Bajos (1568-1648)
La rebelión y posterior guerra en los Países Bajos, fue un conflicto que supuso una trágica e inútil sangría de hombres, dinero y prestigio para los Habsburgo.
Las protestas comenzaron por la feroz política represiva que se seguía con los calvinistas, y el descontento ante el autoritarismo del rey. En 1566 estallaron una serie de disturbios populares en las ciudades de los Países Bajos. El rey decidió enviar como gobernador a Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, con la misión de acabar con toda oposición política y religiosa. El duque de Alba llegó acompañado por los tercios y constituyó el tribunal de los Tumultos, que llevó a cabo la represión: confiscó bienes y ejecutó, en seis años, a más de mil personas, sin distinguir entre nobles y plebeyos, católicos y calvinistas.
Guillermo de Orange logró escapar y comenzó la guerra desde Alemania (1568). La política de Felipe II en la zona terminó con un rotundo fracaso debido a la carencia de una flota de guerra para actuar en el Atlántico; la imposibilidad del bloqueo económico; la derrota en «la guerra de la propaganda» (los holandeses difundieron con habilidad sus ataques contra la «tiranía» española, gestándose la «leyenda negra»); y las dificultades financieras del rey.
En 1578 fue nombrado gobernador de los Países Bajos Alejandro Farnesio, que logró una división del área: Flandes (las provincias católicas del sur), y, por otro lado, las Provincias Unidas (calvinistas del norte). Finalmente, en 1598, Felipe II cedió la soberanía de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia y a su esposo.
La guerra contra Inglaterra (1585-1604)
Isabel I, se propuso frenar el avance de España en los Países Bajos, en parte por motivos religiosos (anticatólica convencida), fomentando el apoyo a la piratería que ejercían los rebeldes de los Países Bajos contra los españoles.
Para combatir a Inglaterra, Felipe II necesitaba una flota poderosa, una base adecuada en el canal de la Mancha y un puerto atlántico relevante que sirviera para concentrar la flota.
En 1580, el trono portugués quedó vacante al morir su último rey sin herederos. Felipe II, hijo de Isabel de Portugal hizo valer sus derechos y derrotó al ejército luso. La unión con Portugal implicaba el control de su gran imperio marítimo. Lisboa, se convirtió en la nueva base de operaciones atlánticas contra holandeses e ingleses. En esta ciudad se concentró también la Gran Armada, flota que debía apoyar el desembarco de tropas españolas en Inglaterra y que sucumbió en 1588. La paz con Inglaterra no se lograría hasta el siglo XVII.
CONCLUSIÓN
El siglo XVI en España fue dirigido por Carlos I y su hijo Felipe II (Austrias Mayores) que alcanzaron la hegemonía política en el orbe mundial contando con territorios en Europa, África, Asia y América. Desde un punto de vista socioeconómico y cultural el s.XVI español fue un periodo de esplendor. Sin embargo, durante este siglo se sembrará el germen de la decadencia de la hegemonía española que se experimentó en el siglo XVII con el reinado de Felipe III, Felipe IV y Carlos II (Austrias Menores). A la muerte de éste último se extinguió la casa de los Austrias iniciándose así la Guerra de Sucesión.

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