Tema 3: Castilla y Aragón en la Baja Edad Media


EBAU 3.- CASTILLA Y ARAGÓN EN LA BAJA EDAD MEDIA. 
INTRODUCCIÓN
La Baja Edad Media en Castilla y Aragón abarca los siglos XIV y XV, y se caracteriza por ser un periodo de recesión económica, crisis demográfica y frecuentes enfrentamientos sociales (revueltas de los remensas en Cataluña; rebelión de los irmandiños en Galicia; asaltos a juderías –pogromos) y guerras. Entre 1310 y 1346, una sucesión de malas cosechas provocó el abandono de muchas tierras y una bajada de la producción. La nobleza reaccionó imponiendo nuevos impuestos o exigiendo más tierras a los reyes. En el ámbito político se abrió un período de conflictos entre la monarquía y la nobleza, que se negaba reducir sus privilegios.
DESARROLLO
1. INSTITUCIONES POLÍTICAS DE CASTILLA Y ARAGÓN.
La Monarquía: En la Edad Media, los reinos se consideraban un patrimonio del monarca, que podía dividirlos o unirlos según sus intereses. Era frecuente que un rey repartiese el reino entre sus hijos o que, como consecuencia de un matrimonio, se agrupasen reinos separados. Los reyes ejercían el poder supremo: podían declarar la guerra, convocar al ejército, dictar leyes, impartir justicia y acuñar moneda. Eran ayudados por el Consejo Real (formado por nobles y eclesiásticos), una Curia (tribunal de justicia), una Cancillería (administración) y una Tesorería (finanzas).
En la Corona de Castilla, la Monarquía fue más autoritaria. El rey disponía de poderes más amplios. La unificación de Castilla y León por Fernando III (1230) llevó a un proceso de centralización administrativa y de creación de un derecho general monárquico, el Código de las Siete Partidas (Alfonso X), que estableció uniformidad jurídica al reino, y quedó definitivamente asentado en el Ordenamiento de Alcalá, un conjunto de 58 leyes promulgadas por Alfonso XI en 1348. Este proceso centralizador contó con la oposición de nobleza y ciudades, puesto que reforzaba el poder real.
En la Corona de Aragón, el poder nobiliario llevó a una política de pactismo, por el cual el monarca veía limitado su poder. Existía un equilibrio entre el poder del rey y las diferentes instituciones, y el monarca estaba sometido al control de la nobleza a través de las Cortes. El pactismo quedó consolidado cuando Pedro III dotó a las Cortes de función legislativa. Las leyes debían aprobarse de común acuerdo entre los estamentos, y el rey se comprometía a respetar el derecho y las costumbres de cada territorio. En Cataluña se conocían como usatges; en Aragón, Fueros; y en Valencia, Furs.
Otra institución original, fue el Justicia de Aragón, cuyas atribuciones fijaron las Cortes de Zaragoza de 1348. El justicia, alto magistrado, juzgaba las disputas entre los nobles, además de interpretar el derecho tradicional del reino.
Las Cortes: Las Cortes eran la reunión de los tres estamentos (nobleza, clero y pueblo llano) con el rey. El monarca solía convocar Cortes para pedir recursos económicos para sus campañas militares (subsidios). Por ello le interesaba contar con la burguesía, ya que la nobleza estaba exenta del pago de impuestos.
Con la unión de los reinos de Castilla y León, las Cortes comenzaron a convocarse juntas, aunque también se reunieron por separado hasta el siglo XV. Las Cortes castellanas siempre mantuvieron un carácter consultivo y de aprobación de los impuestos.
En la Corona de Aragón, cada reino tenía sus propias Cortes (Aragón, Cataluña y Valencia). Gozaban de función legislativa y votaban los impuestos. En el siglo XIV se creó en Cataluña una delegación permanente de las Cortes, llamada Generalitat y cuya función era recaudar impuestos y vigilar por el cumplimiento de las leyes. En Aragón y Valencia, esta delegación era solo temporal y se conocía con el nombre de Diputación.
2. LAS GUERRAS CIVILES EN CASTILLA.
En Castilla, la agricultura fue la gran perjudicada de la crisis porque la escasez de mano de obra empujó a los grandes propietarios a dedicar sus tierras al pastoreo. En consecuencia, la ganadería lanar vivió un auge sin precedentes en la Baja Edad Media.
Los nobles quisieron afianzar su poder e imponer su voluntad a los monarcas. La alta nobleza y la Iglesia se opusieron a Pedro I de Castilla (1350-1369) porque quiso someterles, y apoyaron a su hermanastro Enrique de Trastámara. Tras años de guerra civil, el bando nobiliario venció y proclamó rey a Enrique II (1369-1379), que inició la dinastía Trastámara en Castilla. El nuevo rey quiso agradecer el apoyo de la nobleza concediéndole importantes privilegios (mercedes enriqueñas), pero al mismo tiempo creó un núcleo fuerte de fieles, la nobleza de servicio, en detrimento de la nobleza de sangre.
Se crearon instituciones reales como la Audiencia (1371) y el Consejo Real (1385), como órgano asesor del rey. El poder real fue reforzado al limitar el poder de las Cortes en 1396, ya que solo podía votar subsidios para la Corona. La nobleza no lo aceptó y se enfrentó a la monarquía.
Durante el reinado de Juan II (1406-1454) se inició una nueva guerra civil en la que se enfrentaron tres sectores: los partidarios de la monarquía (encabezados por don Álvaro de Luna), los infantes de Aragón (hijos del regente Fernando de Antequera, que eran vistos en Castilla como extranjeros) y la alta nobleza castellana. El resultado final fue favorable a la alta nobleza castellana y la aristocracia siguió dominando en Castilla durante el reinado de Enrique IV (1454-1474). Durante su mandato se hundió la autoridad real y la anarquía se extendió por todo el reino. A su muerte, su hermana Isabel, casada con Fernando de Aragón, fue proclamada reina con el apoyo de la nobleza, tras derrotar a su sobrina Juana de Trastámara, apodada la Beltraneja, en otra guerra civil (1474-1479).
3. CRISIS Y DECADENCIA DE LA CORONA DE ARAGÓN. 
Con el colapso del comercio marítimo y la reducción de la demanda de productos artesanales, la Monarquía y los municipios vieron reducir sus recursos. Entonces aumentó la presión fiscal y el endeudamiento. Muchos nobles y burgueses se convirtieron en rentistas, invirtiendo en deuda y haciendo de prestamistas. La crisis económica afectó sobre todo a Cataluña, que vivió un declive artesanal y comercial durante los siglos XIV y XV. En cambio, Valencia, se recuperó con rapidez y se convirtió en el principal puerto comercial de la Corona de Aragón durante el siglo XV.
 El cambio de dinastía: En 1410 murió sin descendencia el último rey de la Casa de Barcelona, Martín el Humano. El problema de la sucesión dinástica se resolvió mediante el Compromiso de Caspe (1412), que reunió a representantes de Aragón, Valencia y Cataluña para elegir monarca. Fernando de Antequera, de una rama de los Trastámara castellanos, pasó a reinar en Aragón.
Los Trastámara intentaron reforzar la autoridad monárquica y reducir el poder de la nobleza. Alfonso V el Magnánimo buscó el apoyo de los campesinos remensas y suspendió provisionalmente la servidumbre y los malos usos con la Sentencia Interlocutoria (1455).
 La guerra civil catalana: Cuando Juan II de Aragón (1458-1479) accedió al trono, el enfrentamiento entre la monarquía y la nobleza degeneró en una guerra civil (1462- 1472). Fue una guerra compleja que incluyó: un conflicto político (la Generalitat, que representaba los intereses de la nobleza catalana, se enfrentó al rey, que pretendía acabar con el tradicional pactismo); un conflicto social (la Monarquía apoyó a los campesinos remensas en contra de los intereses de los señores); y un conflicto urbano: en Barcelona había una lucha por el control del poder municipal entre la Busca (artesanos y comerciantes) y la Biga (nobleza). La Busca apoyó al rey y la Biga a los nobles.
Juan II se impuso y optó por la reconciliación con la nobleza: Capitulación de Pedralbes (1472). Con la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486), ya dictada por Fernando el Católico, quedaron abolidos definitivamente los malos usos*, aunque el régimen señorial continuó existiendo. Con la Generalitat se llegó a un pacto en las Cortes de Barcelona de 1481, que obligaba al rey a jurar fidelidad a las leyes y le otorgaba capacidad de intervenir en ésta.
CONCLUSIÓN 
Mientras que la Corona de Castilla plantea un modelo unitario que caminará hacia la formación de una monarquía autoritaria, la Corona de Aragón presenta un sistema típicamente feudal basado en el pactismo entre las Cortes y el Rey. La situación económica de ambas coronas se irá entremezclando con el devenir político, dando como resultado un reino de Castilla donde el rey impone su autoridad en política, legislación y administración, mientras se atrae a la nobleza ofreciéndole poder socioeconómico. Sin embargo, la Corona de Aragón estará diferenciada por la evolución propia de cada uno de sus reinos.

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